dimecres, 23 de maig del 2012

Ejemplos de música renacentista



La música, como las artes, es el reflejo de una época. Por ello la música no quedo inmune a los hechos de la Reforma y la Contrarreforma. Además, cada corriente religiosa decidió utilizar la música como un momento santo y las liturgias quedaron estipuladas con su propias características.

La música que surgió de la Reforma, promulgó que se siguieran utilizando los textos bíblicos pero empleando la lengua que hablara la población para que llegaran los cánticos al entendimiento. La letra ya quedaba estipulada, dependiendo de la festividad religiosa, y a partir de ahí se hacia la melodía. Un ejemplo de la primera obra de la Reforma, escrita por Martín Lutero:Ein feste Burg ist unser Gott: Castillo fuerte es nuestro Dios.


  En cambio, la respuesta de la Contrarreforma fue legislar que la música debía venir del canto gregoriano, congiéndolo como ejemplo pero ampliando la musicalidad de voces. Los textos debían seguir siendo en latín y el resultado final era crear una simbiosis entre la música y el texto.

Un ejemplo de música de la Contrarreforma, por Tomás Luis de Vitoria:


Para concluir este blog, hemos querido darle un toque personal mediante 2 componentes del grupo, hacer varias obras interpretadas por ellas.
Como música instrumental se ha escogido, Con que la lavaré, una canción editada en 1560, de Juan Vázquez. Adaptación personalizada de este villancico interpretando la melodía con la flauta travesera, Graciella Pereda Chiapella y acompañanda al piano por Lucía Méndez Bayo.


Finalmente, música vocal profana, se interpreta a dúo vocal la canción GreenSleeves, popularmente conocida por el folclore inglés. El mito relata que fue escrita por Enrique VIII para Anna Bolena cuando quedó prendado de su belleza. Aquí esta un arreglo musical para 2 voces de Andrea Cappellari, interpretada por Lucía Méndez Bayo y Graciella Pereda Chiapella.

http://www.youtube.com/watch?v=zlvmVa71YPQ





Como dijo Lutero:

"La música gobierna al mundo, endulza las costumbres, consuela al hombre en la aflicción. Es hija del cielo. Es el más bello y el más glorioso don de Dios. Es una disciplina; es una educadora; hace a las gentes más dulces, más amables, más morales, más razonables ... La Música es un maravilloso don de Dios y próximo a la Teología. No renunciaría a mis escasos conocimientos musicales, salvo por razones de fuerza mayor...la juventud debería ser enseñada en el arte de la Música...ya que hace a la gente más habilidosa...Ciertamente me gustaría alabar la Música con todo mi corazón, como el excelente don de Dios que es y recomendárselo a todos...".

divendres, 18 de maig del 2012


La música en tiempos de crisis

Desde finales del siglo XV y principios del XVI, Renacimiento, Humanismo y Reforma son fenómenos que aparecen estrechamente asociados. La crítica de los ritos, de las prácticas litúrgicas, de los dogmas y de la música sagrada provoca una crisis que afecta a toda la cristiandad. El ascenso de la burguesía como clase social, las ideas del Humanismo  y el invento de la imprenta produjeron una extraordinaria y nueva difusión de la música culta. Ésta pasó de ser un privilegio sólo al alcance de la nobleza y el alto clero, y ejecutada exclusivamente por profesionales, a ocupar también un lugar en el ocio de las clases medias, que consumían la amplia literatura musical profana publicada en toda Europa para uso casero.

El estilo musical que comprende esta etapa, es la música del Renacimiento (1400-1600). Este tipo de música se caracteriza por sus texturas polifónicas en que las distintas voces tienen la misma importancia, siguiendo la técnica del contrapunto y el sistema de modos (herencia del canto gregoriano de la Edad Media). En la música Renacentista podemos encontrar diversos tipos de formas musicales: la misa o el motete, dentro del género religioso; el madrigal, villancico, chanson dentro del género profano; y las danzas, ricercare y la canzona en la música instrumental.

Otra de las características de esta música, es que la gran mayoría de obras escritas e interpretadas eran cantadas, predominaban la música vocal, y algunas veces, esta música vocal podía ser acompañada por algún instrumento. En cambio las danzas sí que eran interpretadas por instrumentos en su mayoría, aunque llevasen letra por si se querían cantar. No será hasta finales del Renacimiento y principios del Barroco (1600), que la música dará un cambio, se empezarán a establecer una serie de normas para formalizarla, en ese momento y por primera vez los instrumentos musicales van a tomar un papel importante. Claudio Monteverdi, que inicia la música Barroca aunque hace gran cantidad de composiciones renacentistas, será quien ordene el modo de escritura, colocación de instrumentos, voces… ya que durante el Renacimiento, la lectura de la música se hacia con las particelas (partitura en la que solamente aparece escrita una sola voz o lo que debe interpretar un único intérprete). Monteverdi se puede considerar el creador de la primera orquesta.

Tomás Luis de Victoria
Los compositores más destacados de la música renacentista fueron Josquin des Prez de la 3ª generación franco- flamenca (1480- 1520), y sobretodo  Giovanni Pierluigi da Palestrina, Orlando di Lasso, Tomás Luis de Victoria y William Byrd de la 5º generacion (1550-1600). En estos momentos la convulsión provocada por la Reforma Protestante y la Contrarreforma afectó de lleno al estilo musical. Pasado el peligro de supresión de la polifonía (que sí se ejecutó entre algunos reformistas radicales), el concilio de Trento fomentó la homofonía y en general la claridad.[1]

                                                                                                                                                                                                   

dijous, 10 de maig del 2012

Carlos I  y los príncipes protestantes
Cuando la reforma estalló en Alemania, a causa de las doctrinas luteranas, “el ideal de Universitas Cristiana de Carlos I (rey de los territorios hispánicos entre1516 y 1556), quedó sesgado de repente. Carlos I aspiraba a una monarquía universal en la que su dinastía estaría destinada a desempeñar una hegemonía europea, basada en unas relaciones pacíficas entre las distintas monarquías cristianas, que le permitirían unir sus esfuerzos, liderados por él como emperador, contra los infieles, contra los turcos”[1]. Al estallar la reforma en el imperio, sus propósitos quedaron reducidos a un ideal y le llevaron a iniciar una política para luchar contra le herejía en el imperio y a su vez no perder la fidelidad con los principales imperiales.
Antes de iniciar a explicar cómo se desarrollaron los acontecimientos entre Carlos I y los príncipes imperiales, debemos comprender que Carlos I había heredado  la posibilidad de poder ser emperador electo del imperio germánico de su abuelo Maximiliano I de Austria y que gracias a ello fue elegido emperador del sacro imperio Germánico en 1520.
Por esta razón Carlos luchó tan enérgicamente contra la herejía en este territorio, no fue simplemente que la reforma se opusiese a su ideal de la Universitas Cristiana, es que además esto había sucedido en su propio territorio.
En este contexto, el emperador convoca una dieta de los príncipes imperiales en Worms (1521) a la cual también debía comparecer Lutero. Carlos I defendió los ideales de la religión cristiana pero también pidió moderación con Lutero para evitar el cisma de las dos Iglesias de forma definitiva. La intención de Carlos I con esta decisión era la de seguir manteniendo la fidelidad de los príncipes alemanes ya que se encontraba en guerra con Francia y necesitaba el apoyo militar de los príncipes. Por ello, Carlos I, intentó que Lutero se retractase de sus doctrinas pero uno de los príncipes alemanes (el elector de Sajonia) le protegía y gracias a ello pudo defender sus ideas.  En el 1526, en la dieta de Spira, la fuerza de los príncipes protestantes provocó que se decidiese que cada príncipe escogía la religión que se profesaba en cada uno de los estados del imperio. Esta decisión causó una gran reacción entre los católicos que alegaron que este acuerdo vulneraba lo acordado en Worms.
En 1530 se convoca la dieta de Habsburgo en la que se intentó llegar a un acuerdo por la vía del parlamentarismo. Católicos y protestantes presentaron sendos documentos (Confutatio y Confesio Augustana) en los que defendían sus tesis ante el emperador. No obstante no hubo un resultado posible, la guerra que Carlos I mantenía con los turcos hizo que le fuese imposible posicionarse ya que necesitaba el apoyo de todos los príncipes protestantes. Como consecuencia, los príncipes protestantes comprendieron que el conflicto no se resolvería a través del diálogo y formaron la Liga de Smalkalda  (1531).
Al año siguiente en vista de las tensiones que se habían creado, Carlos I convoca una dieta en Nuremberg; en la cual se decide que Carlos I forzaría al Papa a convocar un concilio y que mientras tanto no se condenaría a nadie.
En el año 1544, Carlos I acabó las guerras con Francia y firmó la paz de Crepy. Esto, permitió al emperador concentrar sus fuerzas en su problema con los príncipes del imperio.  Esta razón fue la que probablemente, motivó a que tras la dieta de Ratisbona de 1546 se  convirtiese el conflicto religioso en un conflicto armado. El emperador trató el asunto como una guerra entre él y unos vasallos rebeldes, y no como un conflicto entre católicos y protestantes.
Finalmente, en la batalla de Mühlberg (1547), Carlos I derrotó a los príncipes protestantes e impuso el Interim de Habsburgo (1548). Esta solución religiosa que intentó imponer el emperador en Alemania consistía en una hipotética reconciliación entre las iglesias rivales por medio del restablecimiento del catolicismo en toda Alemania, con concesiones importantes a los protestantes. Esta solución no satisfizo a ninguna de las dos Iglesias y provocó la reanudación de la guerra.
En 1552, la Liga de Smalkalda, (aliada con Enrique II de Francia) derrotó al emperador en Innsbruck y éste se vio forzado a firmar el tratado de Passau por el que se estipulaba la libertad de culto. Tres años más tarde, “esta paz se oficializó gracias a la Paz de Habsburgo (1555) por la que se producía la ruptura definitiva de las dos Iglesias  se imponía la plena libertad de conciencia a los príncipes y obligando a los súbditos a abrazar la fe de sus señores, permitiéndoles únicamente el derecho de emigrar en casa de mantener su disidencia. Era el principio del cuius regio euis religio[2]. Así es como se desenvolvieron los hechos alrededor de la reforma luterana y sus consecuencias políticas en el imperio[3]


[1] FLORISTAN, A.(Coord.), Historia Moderna Universal, Ariel Historia, Barcelona,205, pág. 183
[2] FLORISTAN, A (Coord.), Historia Moderna Universal, Ariel Historia, Barcelona 2005. Pág. 196
[3] FLORISTAN, A (Coord.), Historia Moderna Universal, Ariel Historia, Barcelona 2005. Pág. 182-196

dimecres, 2 de maig del 2012

La expansión de la Reforma

LA REFORMA DE CALVINO:
El sistema de protestantismo fundado por Calvino, llamado calvinismo, era la expresión de las reivindicaciones. El fundamento del calvinismo radica en la doctrina según la cual ciertas personas están predestinadas por Dios a la “salvación”, y otras, a la “condenación”. Esa predestinación no excluía, sin embargo, la vida activa, dado que según Calvino, el creyente, si bien desconoce cuál es su destino, puede demostrar que es un «elegido de Dios» con los éxitos que alcance en su vida privada.
El calvinismo legitimaba el espíritu de empresa burgués de la época de la acumulación originaria. Ello se expresaba en el hecho de que se declarasen como virtudes cardinales la templanza y el ahorro, y se preconizase la observación de un régimen de ascetismo civil. Distinguía a Calvino la intolerancia religiosa hacia quienes profesaban ideas distintas. Por orden suya, fue quemado en la hoguera el científico Servet en 1553. Calvino se propuso mejorar la vida de los habitantes de la ciudad de muchas formas. Defendió la creación de hospitales, alcantarillado, barandillas protectoras en los pisos altos para evitar que los niños se cayeran, atención especial para los pobres y los enfermos y la introducción de nuevas industrias. Promocionó el uso del francés en las iglesias, y contribuyó de forma muy personal a su formación como lengua moderna con sus escritos en lengua vernácula. A pesar de su doctrina inflexible, el calvinismo se extendió con rapidez y se convirtió en una de las principales formas del protestantismo.

LA REFORMA DE ENRIQUE VIII:
Enrique VIII subió al trono de Inglaterra en 1509, a la edad de 18 años, y desde el comienzo de su reinado se dedicó, con ayuda del cardenal Thomas Wolsey, a reformar la vida de los monjes y a mejorar la formación de los sacerdotes. Pero ninguna de estas medidas era contraria a las creencias tradicionales de la Iglesia Católica, a la que Enrique VIII no sólo permanecía fiel sino que en el año 1521, incluso actuó en defensa contra el luteranismo, acción premiada por el papa León X, quien le otorgó el título de "Defensor de la Fe".
Aunque independizó a Inglaterra de la Iglesia de Roma y buscó el respaldo del protestantismo alemán, Enrique VIII reafirmó su posición católica en los aspectos doctrinales y rituales, con excepción de la supremacía papal, mediante la expedición de un documento llamado “Los Seis Artículos”. Esta política religiosa de Enrique VIII provocó que Inglaterra se dividiera en tres posiciones: la primera respaldaba completamente los decretos del rey, la segunda deseaba el restablecimiento del poder papal y la tercera, cada vez más numerosa, pretendía una reforma semejante a la de los protestantes alemanes o suizos. Este divisionismo era sólo el comienzo de un largo y terrible periodo de reformas y contrarreformas, de guerras internacionales y crueles persecuciones, que vivió no sólo Inglaterra sino en general el mundo occidental, por causa principalmente de la intolerancia hacia las diferencias de credo religioso.


LA REFORMA DE ZWINGLI:
La reforma suiza tuvo origen en el monasterio de nuestra Señora de las Ermitas de Einsiedeln. En 1516 un hombre ya célebre por sus predicaciones y patriotismo fue nombrado cura de Einsiedeln. Este hombre era Zwingli. Como Lutero, había recibido una educación literaria y a los veintidos años fue cura de Glaris. Sus predicaciones patrióticas contra la banalidad de los suizos le hizo abandonar su curato y pasar a predicador de Einseideln. En el sermón que predicó el día del aniversario de la fundación del monasterio, atacó el culto de las imágenes y la compra de indulgencias.
Escribió a los obispos de Constanza y Sion los términos siguientes:
“Las luces han debilitado la credulidad popular. Se comienza ya a vituperar la pereza de los monjes, la ignorancia de los sacerdotes y la mala conducta de los prelados. Según las apariencias, la multitud perderá pronto el único freno que puede detener sus pasiones. Es necesario sin pérdida de tiempo ocuparse en una reforma, comenzando por los superiores. Pero una reforma en las costumbres es imposible si no se hacen desaparecer estos enjambres de piadosos vagabundos, que se alimentan a expensas del ciudadano laborioso; si no se abolen las ceremonias supersticiosas y los dogmas absurdos, igualmente propios para chocar al buen sentido de los hombres razonables que para ahuyentar la piedad de los hombres religiosos.”
Estas palabras son notables, no solo por su fecha, sino porque muestran el verdadero carácter de la reforma suiza. Efectivamente, Zwingli no es un reformador teólogo, sino un reformador filosófico y político. No ataca el culto romano porque le crea malo en la esencia, sino porque se le figuraba que no era ya de la época, y temía que la incredulidad popular condujese a la disolución social. Así Zwingli fue siempre tolerante.
El objetivo de Zwingli, no era solo hacer renacer la primitiva iglesia, sino que quería reformar las costumbres de los ciudadanos. Quería hacer una reforma religiosa y política. Así en sus predicaciones contra las costumbres del clero alzaba la voz contra el vergonzoso trafico de los suizos que vendían su valor y su sangre a las potencias extranjeras.


GINER, Salvador. Historia del pensamiento social, Editorial Ariel, Madrid, 2008.
DELGADO DE CANTÚ, Gloria M. El mundo moderno y contemporáneo, Vol I, Editorial Pearson Educación, México, 2005.
AVENDAÑO, Joaquin. Manual Completo de institución superior, Tomo III, Universidad Complutense, Madrid, 1846.