dilluns, 23 d’abril del 2012


Una reflexión sobre las indulgencias

En esta entrada nos planteamos realizar una reflexión sobre el escándalo real de las indulgencias para Lutero. Nuestro análisis se centrará en comprender las indulgencias como algo más que un burdo invento tramposo para sacar dinero a los crédulos fieles por parte de  los clérigos.
En primer lugar habría que aclarar que el hombre medieval sentía un gran miedo por las penas temporales del purgatorio, mucho mayor que el que sentía por el castigo eterno del infierno. Creía, en la doctrina católica, de que si moría absuelto por el sacerdote; tenía garantizada la entrada al cielo, cuya llave poseía la Iglesia. La Iglesia también se encargaba de enseñar que el hombre debía de pagar por cada pecado cometido antes de alcanzar las puertas del cielo. Estos castigos, únicamente conocidos por Dios, eran llamados temporales  y se saldaban en vida, y  aquella parte que no estuviese aun expiada en el momento de la muerte, tenía que sufrirse en el purgatorio.
La función de las indulgencias, era precisamente reducir el tiempo del castigo temporal a los creyentes, de manera que sobre ellos ya no pesaba el miedo al purgatorio.  Lutero, no estaba en contra del sistema pastoral de indulgencias ya que compartía la opinión de que lo que la Iglesia había impuesto tenía derecho a conmutarlo. Los problemas de Lutero eran de vertiente teológica.
Una de las cuestiones fue la creación del tesoro de los méritos. La idea del tesoro de los méritos fue formulada en el siglo XIII por Alejandro de Hales o Hugo de St. Cher. Tomó la forma de capital celestial concebido como el tesoro formado por las buenas obras excedentes de Cristo y los Santos. La idea principal es que estos méritos eran accesibles a todo el mundo y podían, por tanto, borrar las deudas de todos.  Esto afectaba a las indulgencias ya que la indulgencia valiosa era la que por causa del tesoro de los méritos, podía eliminar el castigo temporal debido por los pecados.
Otra cuestión mucho más importante para Lutero fue la diferenciación entre atrición y contrición.  Estos estaban relacionados en la manera en cómo se expiaban los pecados en la persona. Hasta el siglo XIII la creencia había sido que la contrición (verdadero dolor suscitado por el amor) era lo único exigido por Dios para el perdón de los pecados. Hacia el siglo XIII los teólogos empezaron a reconocer la atrición (un dolor menor causado por el miedo) y a aceptar esto en lugar de la contrición. Además reconocían que lo único que hacía falta para conseguir la contrición era la obtención del sacramento de la penitencia.
Esto que puede parecernos una mera disputa teológica, tenía unas consecuencias terribles ya que reducía el esquema de la salvación a atrición (miedo al castigo), confesión e indulgencia; convirtiendo las cosas espirituales en meramente materiales.
Aquí entraba también una de las cuestiones más discutidas: ¿Qué eliminaba realmente  la indulgencia? La respuesta de la Iglesia era que la indulgencia eliminaba tan sólo los castigos temporales (la pena) y que sólo el sacramento de la penitencia, con una contrición completa, eliminaba la culpa y el castigo eterno.
El problema era que los teólogos de la Iglesia no diferenciaban prácticamente entre pena y culpa. En el momento de venta de las indulgencias la frase “remisión de los pecados” denotaba remisión de la culpa y de la pena.
Lutero temía por esto en gran medida, ya que el hombre corriente pagaba por estas indulgencias creyendo que había eliminado la culpa y la pena de sus pecados, cuando en realidad sólo afectaba a el castigo temporal impuesto por los mismos (la pena) pero no afectaba en absoluto a la culpa y al castigo eterno si no existía una verdadera penitencia y una contrición sincera por sus pecados cometidos.
Entonces se comprenderá la preocupación de Lutero por el alma del receptor de las indulgencias que, al comprar una indulgencia, había rechazado el valor redentor del castigo de Dios y había rechazado el verdadero arrepentimiento evangélico. Las indulgencias daban al hombre un falso sentido de seguridad que Lutero consideraba irreconciliable con la salvación evangélica en Cristo.
Era éste y no el simple cobro de las indulgencias el problema teológico que realmente atormentaba  a Lutero. Con la eliminación de la contrición, el alma del creyente seguía marcada con la culpa y por tanto el castigo eterno, aunque hubiese comprado una indulgencia; y esta situación era precisamente la que hizo que Lutero rompiese irreversiblemente con el pontificado.[i]


[i] ATKINSON, James” Lutero y el nacimiento del protestantismo, Alianza Editorial, Madrid, 1981. Pág. 153-161

3 comentaris:

  1. Me gusta el tema que has tocado de las indulgencias. Pero hoy en día no las dara la iglesia, pero si se las dan los políticos mutuamente perdonandose todos sus pecados. O bien saliendo en la television pidiendo diculpas.
    ¿En que han variado?

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  2. Las indulgencias hoy en día son las que se dan entre los políticos los bancos Marisol, que subordinan todos sus intereses a los de los ciudadanos y se van perdonando sus "pecadillos" entre ellos

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  3. Opino como Marisol, buen tema este de las indulgencias... Aunque otro personaje que trataría en cuanto a indulgencias - también bastante "curioso" - además de Lutero es Eduardo VIII. Porque no fue sadismo ni un gusto peculiar lo que hizo que se decidiera a romper con Roma (con el consiguiente aumento de las arcas de la Corona inglesa, claro), sino que también hay indulgencias por medio.
    Felicidades por elegir esta época, me encanta ;)

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