dijous, 10 de maig del 2012

Carlos I  y los príncipes protestantes
Cuando la reforma estalló en Alemania, a causa de las doctrinas luteranas, “el ideal de Universitas Cristiana de Carlos I (rey de los territorios hispánicos entre1516 y 1556), quedó sesgado de repente. Carlos I aspiraba a una monarquía universal en la que su dinastía estaría destinada a desempeñar una hegemonía europea, basada en unas relaciones pacíficas entre las distintas monarquías cristianas, que le permitirían unir sus esfuerzos, liderados por él como emperador, contra los infieles, contra los turcos”[1]. Al estallar la reforma en el imperio, sus propósitos quedaron reducidos a un ideal y le llevaron a iniciar una política para luchar contra le herejía en el imperio y a su vez no perder la fidelidad con los principales imperiales.
Antes de iniciar a explicar cómo se desarrollaron los acontecimientos entre Carlos I y los príncipes imperiales, debemos comprender que Carlos I había heredado  la posibilidad de poder ser emperador electo del imperio germánico de su abuelo Maximiliano I de Austria y que gracias a ello fue elegido emperador del sacro imperio Germánico en 1520.
Por esta razón Carlos luchó tan enérgicamente contra la herejía en este territorio, no fue simplemente que la reforma se opusiese a su ideal de la Universitas Cristiana, es que además esto había sucedido en su propio territorio.
En este contexto, el emperador convoca una dieta de los príncipes imperiales en Worms (1521) a la cual también debía comparecer Lutero. Carlos I defendió los ideales de la religión cristiana pero también pidió moderación con Lutero para evitar el cisma de las dos Iglesias de forma definitiva. La intención de Carlos I con esta decisión era la de seguir manteniendo la fidelidad de los príncipes alemanes ya que se encontraba en guerra con Francia y necesitaba el apoyo militar de los príncipes. Por ello, Carlos I, intentó que Lutero se retractase de sus doctrinas pero uno de los príncipes alemanes (el elector de Sajonia) le protegía y gracias a ello pudo defender sus ideas.  En el 1526, en la dieta de Spira, la fuerza de los príncipes protestantes provocó que se decidiese que cada príncipe escogía la religión que se profesaba en cada uno de los estados del imperio. Esta decisión causó una gran reacción entre los católicos que alegaron que este acuerdo vulneraba lo acordado en Worms.
En 1530 se convoca la dieta de Habsburgo en la que se intentó llegar a un acuerdo por la vía del parlamentarismo. Católicos y protestantes presentaron sendos documentos (Confutatio y Confesio Augustana) en los que defendían sus tesis ante el emperador. No obstante no hubo un resultado posible, la guerra que Carlos I mantenía con los turcos hizo que le fuese imposible posicionarse ya que necesitaba el apoyo de todos los príncipes protestantes. Como consecuencia, los príncipes protestantes comprendieron que el conflicto no se resolvería a través del diálogo y formaron la Liga de Smalkalda  (1531).
Al año siguiente en vista de las tensiones que se habían creado, Carlos I convoca una dieta en Nuremberg; en la cual se decide que Carlos I forzaría al Papa a convocar un concilio y que mientras tanto no se condenaría a nadie.
En el año 1544, Carlos I acabó las guerras con Francia y firmó la paz de Crepy. Esto, permitió al emperador concentrar sus fuerzas en su problema con los príncipes del imperio.  Esta razón fue la que probablemente, motivó a que tras la dieta de Ratisbona de 1546 se  convirtiese el conflicto religioso en un conflicto armado. El emperador trató el asunto como una guerra entre él y unos vasallos rebeldes, y no como un conflicto entre católicos y protestantes.
Finalmente, en la batalla de Mühlberg (1547), Carlos I derrotó a los príncipes protestantes e impuso el Interim de Habsburgo (1548). Esta solución religiosa que intentó imponer el emperador en Alemania consistía en una hipotética reconciliación entre las iglesias rivales por medio del restablecimiento del catolicismo en toda Alemania, con concesiones importantes a los protestantes. Esta solución no satisfizo a ninguna de las dos Iglesias y provocó la reanudación de la guerra.
En 1552, la Liga de Smalkalda, (aliada con Enrique II de Francia) derrotó al emperador en Innsbruck y éste se vio forzado a firmar el tratado de Passau por el que se estipulaba la libertad de culto. Tres años más tarde, “esta paz se oficializó gracias a la Paz de Habsburgo (1555) por la que se producía la ruptura definitiva de las dos Iglesias  se imponía la plena libertad de conciencia a los príncipes y obligando a los súbditos a abrazar la fe de sus señores, permitiéndoles únicamente el derecho de emigrar en casa de mantener su disidencia. Era el principio del cuius regio euis religio[2]. Así es como se desenvolvieron los hechos alrededor de la reforma luterana y sus consecuencias políticas en el imperio[3]


[1] FLORISTAN, A.(Coord.), Historia Moderna Universal, Ariel Historia, Barcelona,205, pág. 183
[2] FLORISTAN, A (Coord.), Historia Moderna Universal, Ariel Historia, Barcelona 2005. Pág. 196
[3] FLORISTAN, A (Coord.), Historia Moderna Universal, Ariel Historia, Barcelona 2005. Pág. 182-196

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